No hace falta que diga que aplaudí la decisión de Mou de sentar a Casillas. La pena es que Iker no tenga un sustituto de mayores garantías, algo que siempre ha pedido el míster y que habría hecho al capitán ponerse las pilas, pero nunca se ha llevado a cabo por culpa de la presión mediática. Lo que me hace gracia es que, quienes se escandalizan de suplencias como las de Casillas o Ramos, están demostrando que Mourinho tiene más razón que un santo (uy, qué juego de palabras): en la plantilla del Madrid hay jugadores intocables, con prebendas y que pueden sentirse seguros y protegidos por sus amistades (y en algunos casos, algo más) entre la prensa deportiva. Quizá haya que recordarle a más de uno que, en otras ocasiones, han sido compañeros de Iker y Ramos los que han pagado su indisciplina o bajo momento de forma con la suplencia: Di María, Ronaldo, Coentrao, Khedira... Y entonces se pudo escuchar "ya era hora de que lo sentara", "es que estaba jugando fatal", "es que no corre"... ¿La diferencia? Una cuestión de amistad y orgullo patrio. Nada más.
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